martes, 26 de diciembre de 2006

Ángeles malditos

Diego apuntó donde debía. El sábado, después de que los lateros colocolinos anduvieran gritando por la ciudad, me puse mi colaless rosado encajado en ángeles malditos. Un modelo que encontré en uno de mis viajes a Santiago. Me gusta como mezcla el detalle femenino del rosado con esos ángeles ambiguos que vuelan alrededor de mi cosa. Siempre imaginé que alguien me los sacaría lentamente entreteniéndose con los querubines para terminar dándome como me gusta. Pero Diego me sorprendió. No los sacó. Los revolvió por mi cosa y por mi culo, los confundió con su lengua, jugó con los ángeles malditos hasta el punto de confundirse con ellos, los bajó a las rodillas y me puso de espaldas. Lo sentí con éxtasis. Los subió otra vez y los volvió a correr de aquí para allá como si el cielo fuese una expansión de mi cuerpo. Fue divino.


martes, 19 de diciembre de 2006

Muchas lenguas en la alfombra



Todos los hombres que me he comido me han chupado mi cosa. Todos lo han hecho como si fuese parte de un plan, como la fase dos antes de meterlo. Pero había sido sólo eso, una fase. Marcar la tarjeta para seguir adelante. Ayer quedé sorprendida. Miguel, un chico menor que yo y de aspecto más bien tímido, se tomó su tiempo. Y qué bueno fue. Todos los que estaban atrás se hicieron humo ante su solidaridad. Los tontos creen que hablar bonito, besar, chupar y meterlo para acabar al tiro es la forma precisa. Miguel cambió el panorama. Su lengua se quedó ahí buscando el ritmo, saboreando los espacios como un gato con su ratón. Y se agradece. Encima, esperó que acabara riéndose de gusto. No lo amo pero pienso que es todo un caballero.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Choque de horarios



El fin de semana salimos a pasear con mi amiga Camila. La histérica estrenó auto. Es bien buena onda aunque quizá se esmere demasiado en que sepan que es independiente. Primero fuimos a la playa El Lenguado, me tomé una cerveza y media y ella una coca diet. Siempre se mira el abdomen como si fuese la reserva de su felicidad. Yo no le digo nada porque es asunto suyo y cada quién busca como puede o con lo que cree la felicidad. Después nos comimos unas empanadas en Coloso. Malas. Habían sí un par de minos potables que partieron luego. Mala otra vez. Terminamos enfilando hacia la ciudad y a la casa después de una mañana de domingo tranquila. Pero Camila se acordó que había partido de Rugby. El partido estaba en el camino a casa así es que Camila quiso vitrinear. La Cami se arregló un poco el pelo y yo le seguí el juego. Entramos al estacionamiento al costado de la cancha y en ese mismo momento terminó un tiempo. De a poco los minos comenzaron a acercarse justo hacia donde estábamos. Al reconocerlos me fue dando pánico. Camila estaba loquita y quería salir del auto. De los 15 jugadores a 8 me había tirado. Cincuenta + 1, como en la democracia. No sé si me dio vergüenza o se me vino encima el peso de una ciudad tan chica como Antofagasta. Inventé un dolor de cabeza y ganas de vomitar y le dije a Camila que me llevase de inmediato a mi casa. Mala al final.

jueves, 14 de diciembre de 2006

Placer solitario

¿Por qué el ser humano brilla por ese deseo erróneo y desatinado de poseer? Miren yo todavía estoy lejos de cumplir treinta, sin embargo mi experienca de poseer y ser poseída ha sido desastrosa; mis relaciones de pareja, aquellas con compromiso de fidelidad, han sido horribles. El egoísmo, el sentido de propiedad y pertenencia cubren todos los espacios y no pasa mucho rato para que una se sienta ahogada. Yo definitivamente me aburrí de acostarme con tipos que quieran abarcarme toda, estar presentes y ser dueños de todos los rincones de mi vida. Tipos que estarían felices si uno viviera encerrada, esperando que ellos vuelvan del trabajo. Por esto mi convencimiento es que no hay nada mejor que poseerse a sí misma. Lo idóneo es el placer solitario que no te ata a nada y que te da la posibilidad de darle a la imaginación las alas que una quiera. Definitivamente el placer solitario y las ganas de amar como a una se le antoje.

lunes, 4 de diciembre de 2006

SÉVER LA

El sábado quería probar. Fuimos con Pepe a la Under Boys. La oferta de buena música es bienvenida en esta ciudad donde el reggaeton domina las pistas. Como en todo Chile, supongo. La sensibilidad gay, sus detalles mínimos, fue una buena excusa para querer bailar y traspasar alguna frontera.

Salimos a la pista de baile y ya estábamos arriba de la pelota. “Star guitar” de Chemicals Brothers nos envolvió plenamente. Por los lados los gays y lesbianas enamorados se besuqueaban mientras nosotros saltábamos y el tren de la canción aceleraba. Pepe intentó besarme pero no quise. Sin dramas terminamos abrazados en el mesón del bar. Un gay y dos lesbianas se acercaron y preguntaron: “¿bi o gays?”. “Hetero”, respondimos cagados de la risa. Entonces se pusieron nerviosos e insistió el gay mirándome fijamente con el argumento: “aquí no vienen heteros, linda”. “Nos gusta la música y el ambiente es bueno y somos hetero”, respondí. Pepe sólo miraba o me miraba las tetas, el alcohol confunde. Fuimos a la pista de nuevo alejándonos del trío. Mientras me movía pensaba que nos habían discriminado al revés. Que ellos y ellas se quejan siempre de eso. Que no deberían hacer semejante estupidez. Y recordé a los israelitas y los palestinos, a los cristianos y los protestantes. Y supuse que no tengo religión. Miré a Pepe de pies a cabeza y lo encontré potable. Fuimos a su casa y nos comimos rico.

jueves, 30 de noviembre de 2006

Se busca voyerista

Toda tuerca tiene su perno. Una tuerca sodomita busca su perno masoquista. El necrófilo escudriña su felicidad en las morgues; los gerentófilos en los asilos de anciano, y yo por supuesto soy una empedernina exhibicionista. Soy plenamente feliz al lado de un voyerista. Por estos días ando sin pareja, me siento abandonada y creo que ya está bueno de vivir en soledad. Llevo un mes mostrándome por las mañanas en la ventana de mi departamento ubicado frente al mar. Siempre después de la ducha. Por ahora solo coseché a un baboso que lleno de ansiedad sólo quiere apropiarse de mi sexo, cuando lo que quiero es un mirón, un voyerista de verdad, alguien que me ame mirándome y quiera exhibirse junto a mi, como siempre: por las mañanas, después de la ducha.

A mover el culo

Me levanté muy feliz. Creo que el ascenso va. Lo mejor, no he tenido que moverle el culo a nadie. Por eso soy una puta fina. No vendo mi cuerpo, elijo cuerpos. Aunque no comparto la estrategia sobremamona de algunas minas de mover el culo para conseguir algo, igual las respeto, “es por necesidad” y esa estúpida sentencia tiene “cara de hereje”. De cualquier modo este ascenso me dará mayor independencia. Hoy me siento una amazona en busca de su presa.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Una ducha amarga


Había despertado tarde. Eran cerca de las 12 del día y el sol hacía picar la cabeza. El calor y las ventanas cerradas humedecieron todos los bordes, todos los lugares de la cabaña. La anterior había sido una noche normal. Un mariscal, vino blanco y la compañía de un hombre mayor. Después de pasar un rato juntos, el se fue para irse con su mujer e hijos. En el fondo la cabaña era de su propiedad y ahí es donde pasó su último año nuevo con su familia. Me metí en su vida en una noche de salsa y ron. Puedo agregar que tengo el cuerpo duro. Me invitó a su casa de playa y no me movi más. Su mujer no sabe. Es casi mediodía y su mujer sale de compras al mall, vitrinea sola, triste como aceptando su destino de mierda. A las 12.30 horas me levanto, después tomo sol y espero a mi hombre para cenar. Así es todos los días, es una cuestión de plata.

Soy blog, soy más...

No es que esté mal o bien. Ya me convencí. Antofagasta es oscura, como yo. No le doy una mala acepción a eso de "oscura". Me refiero a la oscuridad de tener dos vidas. Una de profesional en ascenso directo y otra de puta fina, de caliente sin prejuicios. Sé que esta ciudad es pequeña y que quizá me fune, pero no importa. He decidido compartir mi cuerpo en la red. Despedazarme de a poco, compartir mi emoción orgásmica. Deletrear lo que siente una mujer.