lunes, 4 de diciembre de 2006

SÉVER LA

El sábado quería probar. Fuimos con Pepe a la Under Boys. La oferta de buena música es bienvenida en esta ciudad donde el reggaeton domina las pistas. Como en todo Chile, supongo. La sensibilidad gay, sus detalles mínimos, fue una buena excusa para querer bailar y traspasar alguna frontera.

Salimos a la pista de baile y ya estábamos arriba de la pelota. “Star guitar” de Chemicals Brothers nos envolvió plenamente. Por los lados los gays y lesbianas enamorados se besuqueaban mientras nosotros saltábamos y el tren de la canción aceleraba. Pepe intentó besarme pero no quise. Sin dramas terminamos abrazados en el mesón del bar. Un gay y dos lesbianas se acercaron y preguntaron: “¿bi o gays?”. “Hetero”, respondimos cagados de la risa. Entonces se pusieron nerviosos e insistió el gay mirándome fijamente con el argumento: “aquí no vienen heteros, linda”. “Nos gusta la música y el ambiente es bueno y somos hetero”, respondí. Pepe sólo miraba o me miraba las tetas, el alcohol confunde. Fuimos a la pista de nuevo alejándonos del trío. Mientras me movía pensaba que nos habían discriminado al revés. Que ellos y ellas se quejan siempre de eso. Que no deberían hacer semejante estupidez. Y recordé a los israelitas y los palestinos, a los cristianos y los protestantes. Y supuse que no tengo religión. Miré a Pepe de pies a cabeza y lo encontré potable. Fuimos a su casa y nos comimos rico.

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