lunes, 18 de diciembre de 2006

Choque de horarios



El fin de semana salimos a pasear con mi amiga Camila. La histérica estrenó auto. Es bien buena onda aunque quizá se esmere demasiado en que sepan que es independiente. Primero fuimos a la playa El Lenguado, me tomé una cerveza y media y ella una coca diet. Siempre se mira el abdomen como si fuese la reserva de su felicidad. Yo no le digo nada porque es asunto suyo y cada quién busca como puede o con lo que cree la felicidad. Después nos comimos unas empanadas en Coloso. Malas. Habían sí un par de minos potables que partieron luego. Mala otra vez. Terminamos enfilando hacia la ciudad y a la casa después de una mañana de domingo tranquila. Pero Camila se acordó que había partido de Rugby. El partido estaba en el camino a casa así es que Camila quiso vitrinear. La Cami se arregló un poco el pelo y yo le seguí el juego. Entramos al estacionamiento al costado de la cancha y en ese mismo momento terminó un tiempo. De a poco los minos comenzaron a acercarse justo hacia donde estábamos. Al reconocerlos me fue dando pánico. Camila estaba loquita y quería salir del auto. De los 15 jugadores a 8 me había tirado. Cincuenta + 1, como en la democracia. No sé si me dio vergüenza o se me vino encima el peso de una ciudad tan chica como Antofagasta. Inventé un dolor de cabeza y ganas de vomitar y le dije a Camila que me llevase de inmediato a mi casa. Mala al final.

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