martes, 19 de diciembre de 2006

Muchas lenguas en la alfombra



Todos los hombres que me he comido me han chupado mi cosa. Todos lo han hecho como si fuese parte de un plan, como la fase dos antes de meterlo. Pero había sido sólo eso, una fase. Marcar la tarjeta para seguir adelante. Ayer quedé sorprendida. Miguel, un chico menor que yo y de aspecto más bien tímido, se tomó su tiempo. Y qué bueno fue. Todos los que estaban atrás se hicieron humo ante su solidaridad. Los tontos creen que hablar bonito, besar, chupar y meterlo para acabar al tiro es la forma precisa. Miguel cambió el panorama. Su lengua se quedó ahí buscando el ritmo, saboreando los espacios como un gato con su ratón. Y se agradece. Encima, esperó que acabara riéndose de gusto. No lo amo pero pienso que es todo un caballero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tienes razon peinar la aolfombra de una mujer es sin duda un placer unico. ese olor y sabor acido es el principio del placer maximo para ambos.
puedo probar el tuyo?
te invito a que visites mi blog:
rodrigokohan.blogspot.com