miércoles, 19 de diciembre de 2007

Vampira



Ningún hombre me ha querido prestar su cuello para sacarle sangre. Todos han puesto un pero. La sensualidad de sacar vida desde un lugar tan terso y primitivo como el cuello me excita. Así matan los depredadores. Muerden, rompen la yugular y destrozan la tráquea. Lo mío es más suave. Pasar la lengua y limpiar el sitio del suceso. Aprovechar ese momento en que él está indefenso. Un acto de fe que me calienta. Una posesión de piel, sangre, muerte y vida. El sexo sólo llega a ser una conclusión erótica de un cuadro ya erótico. Entre las sombras de nuestros cuerpos, entre las sábanas deshechas, la sangre funde un pacto sin trascendencia más que el placer de ser ama. La depredadora. No busco esposo ni novio. Busco un instante, un espacio que ilumine mi abominación como si una estrella destellara en mi pieza con un rojo oscuro y tibio. Probar la sal de la sal. Más sal después del sexo, más fluidos después de los fluidos. La vida sintetizada entre sudores y el acto primordial de una mordida ardiente.

4 comentarios:

rodrigo ramos bañados dijo...

Manya, pago 20 soles por conocer la mujer vampira.

LUIS MARÍN dijo...

Súper bien escrito.

La cosa es muy simple: Si, pero debajo del borde del cuello, ¿por qué no? La explicación tuya es atávicamente razonable.

Anta dijo...

insaciable la kabra ah?

^^

Clau. dijo...

Hola pase por aqui a conocer tu blog tambien esta muy lindo lugo paso con mas dedicacion!
:)