martes, 9 de octubre de 2007

Golfistas y cadis



Emilia, una amiga antigua, de esas que te encuentras después de harto tiempo y te reconoces y te conectas en pocos minutos, como si nunca hubiese pasado un pedazo de vida, me invitó a un asado. Nada qué hacer, viernes sin happy hours. Me animé. Era donde su amiga Nuri, ingeniera comercial de la norte que hablaba como si fuese una cuica de las más alcurniosas. Pero una raíz, una pequeña mueca falsa y enseguida podías saber que era de la provincia, que por el estudio había escalado alguna posición. No era para nada desagradable pero ese rasgo la hacía poco interesante, derechamente tonta. Los demás fueron llegando y ese mismo aire medio cuico, algo estirado y sin sustancia fue llenando el lugar. Emilia quizá era la única real en ese espacio. Me llamó la atención por qué se juntaba con esa gente si hasta en la luz más baja ella se veía distinta. La soledad, me dije, la misma que hoy me trajo acá. Entonces llegó German, apurado, como si viniera de algo intenso e importante o quizá como si quisiera que lo dejáramos descansar un rato después de una larga jornada. En su mano derecha traía algo. Al comienzo pensé que era un palo de pool o algo así, pero no. Un brillante y largo palo de golf se asomaba delante de mis ojos que a estas alturas ya estaban un poco desorbitados por el vino blanco helado que había bebido. German se sentó en el sillón moviendo sus brazos con efusividad mientras relataba cómo lo habían tratado de asaltar y con qué pericia había logrado zafarse del maleante a puros golpes de golf. Era entretenido, chistoso. Hasta que un rato después supe que era un empresario exitoso del sur que estaba instalando una empresa de ingeniería en la zona. Algo no me calzó al ver la cara sobre todo de Nuri que a su vez se esmeraba por parecer más refinada y cuica que antes. Bebí hasta que me sentí con sueño y me fui. A los tres días me reencontré con Emilia quién estaba muy nerviosa porque su pololo, un ingeniero de la pampa, estaba de cumpleaños y no había encontrado el regalo que quería. “Carlos juega golf y no sé dónde hay artículos de golf en Antofagasta”, me dijo. “Ubica a German, el del asado, él por lo que se vio juega golf también”, contesté. Emilia llamó a Nuri quien a su vez llamó a German quien recomendó fuéramos al Mall porque ahí habían artículos de golf. No sé cuántas vueltas nos dimos por ese maldito lugar. Cuatro a lo menos. Emilia llamó a Nuri. German esta vez no contestó. Nuri llamó a su amiga Rosa que ubicaba a German de la Xtres . Rosa le dio el número telefónico de la empresa donde trabajaba German porque conocía a otro ingeniero de ahí. “Aló”, dijo Nuri“. ¿Sí?”. “Se encontrará German García”. “Disculpe ¿quien dijo?”. “German García, el gerente”. “Señorita, el único German García que trabaja aquí es el junior pero en estos momentos no se encuentra”. Y Nuri lanzo un ramillete de chuchadas al aire perdiendo toda esa fineza que exhibió cuando la conocí en el asado.

9 comentarios:

Juan Carlos dijo...

Jajajajaja golfistas vemos, juniors no sabemos.

Buen relato.

Roberto Durán Manríquez dijo...

Hola, Bueno y cierto el relato. La minería y sus orificios.

Te invito a mi blog http://fumangchu.blogspot.com/

es una terapia que comienzo, espero me acompañes.

Roberto

LUIS MARÍN dijo...

Buen posteo. Tu blog y los temas q tratas son notables; quizá sólo falte pluma... quien sabe si no eres Anaís Nin?

markín dijo...

dedicado a todas las Nuris del País y toda américa. Cuantas estiradas que se merecen eso y más. tantas infladas, que merecen un agujón ... que las reviente,k y las hagan caer de su nube.
adiós,
pd. que rissssaaaaaaaaaa

Rotativo dijo...

Que patetico que algunos se tenga que armar de 'titulos nobiliarios' para sentir que son valorables... es el claro ejemplo de nuestra sociedad arribista y burgueza al peo... pues la chica tonta como no se fija que un gerente 'de la no se cuanto', no va a llegar a una reunion social con palos de golf...pleaseee
Cuidado con la falda que a cualquiera se le nota la hilacha

Gabriela Palomino dijo...

Una entretenida historia...como la mayoria de las que narras.

Saludos

Anta dijo...

jajaja toña es
ke no podi!

ajajajaja!

vity dijo...

la culpa no es del chancho... los mentirosos se valen de la ignorancia de sus víctimas. mucho más patéticas que ellos mismos, a veces.
entretenido el texto, saludos.
más sobre literatura en antofagasta.

unaidiotabajoelarco.blogspot.com

loukamenguante dijo...

me quedo con el comentario de v.m.escobar. Un familiar -que no tenía ni uno- hablaba del fundo, de las viñas, etc. y las nuris caían como moscas. "Si les digo la verdad ni me pescan" y "si fuera verdad...qué importa...creerán que les voy a repartir uvas, o tierras..." Era pa´la risa jeje
Buen texto.